Por Andrea Martínez Badillo @AndyRocksMB

Tom Holland vuelve a escena con la recién estrenada película “El Diablo a Todas Horas”, este 16 de septiembre Netflix aumentó a su catálogo este largometraje basado en el libro homónimo de Donald Ray Pollock, quien, por cierto, también fue narrador en el filme.


Esta obra literaria fue publicada en el año 2011 con alta preferencia por parte del público, incluso estuvo nominada ese mismo año a los Goodreads Choice Awardsen la categoría Best Horror, compitiendo con The Night Eternal -Trilogía The Strain- del mexicano Guillermo del Toro. La prosa con la que está escrita hace de ella un contenido para consumirse sencillamente. Nueve años después, el director Antonio Campos realiza esta adaptación con un elenco de fácil identificación y con actuaciones muy buenas que incluyen a Bill Skarsgad, Robert Pattinson y Tom Holland, que, en conjunto con la fotografía casi fría pero colorida, puede ubicarnos en referencias cinematográficas como \”1922\”, \”En La Hierba Alta\” o incluso en el imaginario literario de Poe y ¿por qué no? Hasta de Horacio Quiroga. 


Lectores, esta no es una película de acción, no es un filme en el que debamos esperar movimientos rápidos. El éxito de la obra literaria radica en la oscuridad que expresa una sociedad brutal y corrupta que gesta a un antihéroe en búsqueda de justicia cuyo pasado -incluso metagenealógico– lo ha marcado; lo que sin duda clasifica esta historia dentro del género noir, un cine oscuro, casi pesimista y definitivamente expresionista que busca retratar lo fatalista que puede ser -en este caso- la vida. Entre lo demás rescatable del filme es la forma en que respeta el gótico literario que el autor ha marcado en la obra original; al ser una historia visual acompañada de la narrativa a voz del propio autor en un estilo semi epistolar marca una pauta para que el espectador se mantenga en la historia. Los símbolos que se encuentran presentes en la cinta son también una guía de cómo debe interpretarse su contenido, desde los contenidos bíblicos y religiosos obvios hasta referencias visuales de la mitología griega que tienen como finalidad dejarnos reflexionando en la escatología. 



Sin embargo, a pesar de todas estas -personalmente consideradas- maravillas narrativas, el cierre debe ser la parte en que debemos terminar de enamorarnos de la obra, situación que en este caso llega a convertir a la historia en algo predecible y atrevidamente forzada para poder hacer que los personajes tengan un punto de encuentro.

Lo que es cierto es que, tomando en cuenta el contexto social en que el relato se desarrolla, busca expresar cómo es que las cosas en la vida suceden, a manera de causa y consecuencia, de situaciones que muchas veces no pueden concluirse de la mejor manera posible, incluso llevando la fe a los límites y dejando sólo la presencia de su némesis -en el sentido estricto de la palabra- o al menos, en la búsqueda de ello.

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